domingo, 31 de agosto de 2014

Cándido en Italia (Giovanni Mosca)


Cándido observó con gran dolor los mismos síntomas en la expresión de muchos ancianos y personas mayores. El tráfico era infernal y contribuía a facilitar los desenfrenos de los maleantes. Cada cual veía en los demás, ya fueran automovilistas o peatones, un posible agresor. Y es sabido que el miedo recíproco enseguida se transforma en odio. Roma estaba habitada por cuatro millones de personas que se odiaban mutuamente.
(...)
- ¿No te parece que todo esto rebasa ya los límites del ridículo?; ¿cuándo llegaremos a ser un pueblo respetable?
- El día en que lo seamos -respondió Pangloss- no interesaremos a nadie y los turistas dejarán de venir. ¿Crees que vienen por el Coliseum, la Piazza della Signoria o el Canal Grande? Vienen por nosotros. Somos el más interesante espectáculo del mundo, enormemente divertido y un tanto melancólico, lo cual, según enseñan las reglas del buen teatro, asegura un espectáculo completo.
(...)
- Le puedo decir incluso que la mayoría de los italianos sólo ven en los monumentos del pasado un montón de cosas inútiles en los que no merece la pena gastar ni una lira, La cultura humanística está en desgracia. (...) Italia está gobernada por los sindicatos que desearían derribar el Coliseo, el Arco de Constantino y las Termas de Caracalla para construir con sus materiales escuelas, polideportivos y viviendas sociales. A quienes aducen que los turistas, que traen divisas, no visitarían una Italia desprovista de monumentos, les responden que los turistas seguirán acudiendo atraídos por la fascinación que Lama, Storti o Vanni ejercen en el mundo, sin añadir que las bellezas de Italia, y concretamente las de Roma son identificadas con el fascismo.
(...)
- Milán -dijo Cándido- es una ciudad europea, estoy de acuerdo, pero entonces ¿qué es Roma?, ¿un pueblo?
- Roma es una ciudad universal y, sobre todo, una ciudad acostumbrada desde hace siglos a contentarse con poco, a ingeniárselas del mejor modo y a vivir con el dinero del Estado.

Giovanni Mosca. Cándido en Italia. Albia Nova, 1979.

jueves, 28 de agosto de 2014

Instrucciones-ejemplos sobre la forma de tener miedo. (Julio Cortázar)



En la plaza del Quirinal, en Roma, hay un punto que conocían los iniciados hasta el siglo XIX, y desde el cual, con luna llena, se ven moverse lentamente los Dióscuros que luchan con sus caballos encabritados.

Instrucciones-ejemplos sobre la forma de tener miedo. Julio Cortázar. Historias de cronopios y de famas. Punto de lectura, 2013.

sábado, 23 de agosto de 2014

María República (Agustín Gómez Arcos)



- Vendré a verte todos los años, María, cuando me den permiso en el Vaticano -promete don Modesto cura.
María República se imagina al Santo Padre entregando a su hermano un sobre celeste con la paga extraordinaria. En plena Capilla Sixtina.

Agustín Gómez Arcos. María República. Cabaret Voltaire, 2014.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Cómo vivir: una vida con Montaigne en una pregunta y veinte intentos de respuesta. (Sarah Bakewell)


La ciudad clásica era muy evidente en torno a ellos, aunque en realidad Montaigne y su secretario no iban pisando las huellas romanas, sino que andaban muy por encima de ellas. Tanta tierra y escombros se había acumulado a lo largo de los siglos que el nivel del suelo había subido varios metros: lo que quedaba de los antiguos edificios estaba enterrado, como las botas en el fango. Montaigne se maravilló al darse cuenta de que a menudo andaba por la parte superior de los antiguos muros, algo que sólo resultaba obvio en los puntos en que la erosión por la lluvia o las rodadas de los carros descubrían algún atisbo de ellos. "Ha ocurrido a menudo", escribía, con un estremecimiento de júbilo, "que después de cavar mucho en el suelo, la gente ha dado simplemente con la parte superior de una columna muy alta que todavía está en pie por debajo".
Hoy en día ya no es el caso. La excavación ha liberado la mayor parte de las ruinas de nuevo hasta sus tobillos, y algunas se han recompuesto. Hoy en día, el Arco de Severo se alza en el aire; en tiempos de Montaigne, sólo sobresalía la parte superior. El Coliseo era un montón de piedras sueltas llenas de hierbajos. Los edificios medievales y modernos habían crecido también por todas partes: la gente construía encima de las ruinas o reciclaba materiales antiguos para construcciones nuevas. Las losas de piedras seguían recolocándose a niveles superiores para remendar algunas paredes o formar casuchas. Algunas zonas habían sido completamente despejadas para dejar espacio a proyectos triunfalistas como la basílica de San Pedro, completamente nueva. La historia romana no yacía es estratos limpios: se había mezclado y reordenado repetidamente, como después de un terremoto.
El resultado era sugerente, pero creaba una imagen de la antigua Roma en la misma medida en que un huevo revuelto nos trae a la mente un huevo entero y recién puesto. De hecho la moderna Roma se había formado mediante un proceso similar al que usó Montaigne para escribir sus Ensayos. Añadiendo citas y alusiones sin cesar, él reciclaba sus lecturas clásicas igual que los romanos reciclaban sus piedras. La similitud se le ocurrió a él mismo, parece ser, y en una ocasión dijo que su libro era un edificio construido a base de escombros de Séneca y Plutarco.

Sarah Bakewell. Cómo vivir: una vida con Montaigne en una pregunta y veinte intentos de respuesta. Ariel, 2011.

martes, 19 de agosto de 2014

Vista de Roma (Miguel D´Ors)




Esto es vivir:
                    resquebrajados muros
fustes truncados, torso, abatidos
dioses que no respeta
el cardo ni la ortiga, pulcros trazos
piadoso ofendidos
por la lata herrumbrosa, la suela calcinada,
la camada de gatos polvorientos,
la consuetudinaria prostituta...
Y la tarde que pasa sobre todas las cosas
indiferentemente, como el carro
del vencedor hollando los despojos.
Esto es vivir: un porvenir de polvo,
la chispa que sucumbe en el oscuro
reino de la ceniza.

11-IX-74

Miguel D´Ors. El misterio de la felicidad [Antología poetica]. Renacimiento, 2014.

lunes, 18 de agosto de 2014

Roma, peligro para caminantes (Rafael Alberti)





Alma ciudad...
CERVANTES

E ll´acceidenti, crescheno ´ggni ggiorno.
G. C. BELLI

Trata de no mirar sus monumentos,
caminantes, si a Roma te encaminas.
Abre cien ojos, clava cien retinas,
esclavo siempre de los pavimentos.

Trata de no mirar tantos portentos,
fuentes, palacios. cúpulas, ruinas,
pues hallarás mil muertes repentinas
-si vienes a mirar-, sin miramientos.

Mira a diestra, a siniestra, al vigilante,
párate al ¡alto!, avanza al ¡adelante!,
marcha en un hilo, al ánimo suspenso.

si quieres vivir, vuélvete paloma;
si perecer, ven, caminante, a Roma,
alma garaje, alma garaje inmenso.

Rafael Alberti. Roma, peligro para caminantes. Seix Barral, 1977.